lunes, 19 de septiembre de 2016

Haere mai. Un viaje a Nueva Zelanda (13)

3 de agosto
Temperatura al amanecer: 4º C
Ayer a última hora vimos asomar por las montañas un frente nuboso, y la previsión se ha cumplido: las nubes están tan bajas que casi no se ve la otra orilla del lago. Con tan mal tiempo reinante, me doy cuenta de que el día de ayer fue un extraordinario regalo que nos ha hecho apreciar la inmensa belleza de este sitio.
Desandamos camino, cruzamos la atestada Queenstown y entramos por tercera vez en nuestra querida gasolinera. El espacio es más bien escaso, y cuando el conductor de reparto me pide que me quite para que aparque él le muestro la manguera, y entonces se lleva el camión y lo encaja un poco más allá.

Kawarau Gorge
Cruzamos de nuevo Frankton y pasamos, también por enésima vez, frente a una sede de la curiosa Impact Church. Durante el viaje hemos visto todo un repertorio de iglesias evangélicas, anglicanas, presbiterianas, baptistas y metodistas, pero el nombre de esta se lleva la palma. Enfilamos la SH 6 y, de  nuevo por Kawarau Bridge, serpenteamos por las gargantas que abre dicho río. Vamos camino de Wanaka. Existen dos carreteras para llegar a esta localidad: una, la que traemos; la otra es la Crown Range Road, que pasa por ser la más alta de Nueva Zelanda y que tenemos en la lista de rutas prohibidas para nuestra ac. De todos modos, con tanto frío y hielo no me hubiera atrevido.
Nos aproximamos a Cromwell, donde compramos naranjas, que aquí es la época. En los alrededores de Queenstown observamos numerosas bodegas, algo que nos sorprendió porque el clima y la orografía no parecían prestarse al cultivo de la vid. Ahora, sin embargo, mientras recorremos el valle paralelo al Lake Dunstan vemos hectáreas y hectáreas cubiertas de cepas.

Museo Nacional del Transporte
Museo Nacional del Transporte
Museo Nacional del Transporte
Algunos de los coches retrotraen a la infancia
Demasiado género para tan poco espacio
Wanaka tiene poco más de siete mil habitantes y cuenta, como muchas otras localidades de aquí, con aeropuerto (nada de aeródromo, 1.200 metros de pista asfaltada). Al lado de este se encuentra el Museo Nacional delTransporte y del Juguete. Comemos en el aparcamiento y a continuación entramos. En rigor, no se trata de un museo sino de una colección particular que al dueño se le fue de las manos. Este hombre, ya fallecido, consiguió a los diecisiete años su primer Ford T, lo que demuestra que hay vocaciones que apuntan bien temprano. Los juguetes ocupan una nave, y luego hay otras cos atiborradas hasta lo imposible de vehículos: coches antiguos, sobre todo, pero también aviones y hasta un tanque. Resulta interesante, pero da un poco la impresión de amazacotado trastero.

Incluso vehículos de reparto de cerveza
¿Cuánto gastará este?
El último grito: coche forrado de terciopelo
Estas planchas también viajan directamente desde la infancia
Concluimos la visita y seguimos camino. Esta mañana he visto las previsiones del tiempo y son inquietantes: seis bajo cero de mínima para Queenstown y Wanaka. Nos da miedo de que cierren el Haast Pass, así que vamos a intentar cruzar hoy.
Wanaka ni la vemos, pues queda a la izquierda por un desvío. Comenzamos un recorrido de gran soledad, primero por la orilla del Lago Hawea y a continuación por la del Lago Wanaka. Justo en este punto, denominado The Neck, estuvo la carretera cortada hace varios días por desprendimientos. Por fortuna, ya la han abierto.

Lago Hawea
Lago Hawea
Lago Wanaka
Lago Wanaka
Remontamos el río Makarora buscando el Paso Haast. Este tiene una altitud de 564 metros sobre el nivel del mar, que para nuestros estándares puede considerarse ridícula. Sin embargo aquí, a la misma latitud pero con condiciones climáticas muy diferentes, representa todo un reto (por aquí no hubo carretera hasta 1966). En cuanto empezamos a ascender, aparecen manchas de nieve a los lados del asfalto que poco a poco se van transformando en un manto espeso y consistente, roto solo por la corriente del río y el negro de las coníferas. A lo largo de la subida hay varias rutas a pie señalizadas que sin duda conducirán a paisajes de ensueño, pero me temo que hoy no podrá ser. En lugar de eso, espiamos ansiosamente el tráfico que viene de frente para ver si la vía está expedita, y cuanto mayor es el vehículo con el que nos cruzamos más contentos nos ponemos.

Camino del Paso Haast
One Lane Bridge nevado
Makarora River
Acometemos las últimas rampas un poco asustados; de los árboles se desprenden cúmulos de nieve que impactan sordamente contra el parabrisas. De repente la carretera se tuerce hacia abajo, y junto al montón de nieve apartado por la barrenieves está el cartel anunciador del Paso y el límite territorial de Otago con la West Coast. Hemos ganado.

Gates of Haast
Thunder Creek Falls
Thunder Creek Falls
El descenso lo hacemos más relajados, y ahora quienes se ponen contentos son los que vienen de frente. Paramos en el puente denominado Gates of Haast, que cruza una formidable garganta, y también un poco más abajo en las Thunder Creek Falls (video), que sí visitamos. Consultado Campermate, este nos dice que unos kilómetros más allá está el Pleasant Flat Campsite, perteneciente al DOC. Entramos para ver. Es un sitio absolutamente virgen (y sin cobertura de móvil). De nuevo aparece la similitud con Canadá, sobre todo porque hay allí, acoplada a un pick-up, una caravana enorme; me pregunto cómo pasarán con esto por los One Lane Bridge. Como tienen generador portátil, nos ponemos lo más lejos posible. Luego llega una capuchina. Por mi parte relleno el formulario, meto los quince dólares en la bolsita, esta en la hucha de la recaudación y a dormir.

Kilómetros etapa: 230
Kilómetros viaje: 2.223


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