21 de julio, día 8.
El camping donde hemos dormido esta noche, el Robson Meadows Campground, tiene una curiosa forma tan atípica en espiral que solo se me ocurre que guarde alguna relación simbólica con el nombre original del Monte Robson.
Seguimos la carretera 16 hasta Tête Jaune Cache y aquí nos desviamos hacia el sur por
la 5. De inmediato se advierte un cambio respecto a lo ya recorrido
en el sentido de que hay más presencia humana, ganado, campos de
cultivo, poblaciones... Precisamente es al cruzar una de estas cuando
ocurre el primer -y, por fortuna, único- encuentro con la Ley. Voy
conduciendo tranquilamente cuando miro por el retrovisor y veo un
coche de la poli con las luces destellantes y la sirena
reglamentaria. Como en las películas me arrimo al arcén, bajo la
ventanilla y coloco las manos sobre el volante. Como en las
películas, se acerca el sheriff, me observa apreciativamente y
explica que me ha parado porque en he pisado la línea continua en
TRES ocasiones. La verdad es que me cuesta creerlo porque la línea
central cuenta con bandas sonoras que en ningún momento he oído,
pero me cuido muy mucho de expresarlo. Sí es posible, en cambio, que
debido a la inercia de este enorme vehículo me haya visto dar algún
ligero bandazo. Entonces pregunta que de dónde venimos y que cuántos
días llevo conduciendo el vehículo. Contestamos al unísono que una
semana. Nuestras respuestas deben de parecerles coherentes, al menos
lo bastante como para descartar que el conductor (yo) vaya borracho.
Justifica el que nos haya parado porque es su trabajo. Y, claro, si
detecta alguna anomalía... Supongo que es lo más parecido a una
disculpa que puede expresar un poli. Inquiere dónde vamos, y se
sorprende cuando le decimos que a Vancouver: “It'
s a long trip”,
exclama. Finalmente nos desea buen viaje.
A partir de este momento me esmero en conducir lo más recto posible. Sin embargo, el camino se vuelve pesado debido a la gran cantidad de obras que encontramos, todas con su semáforo de paso alterno. Sorprende encontrar, pertrechadas con casco y chaleco de alta visibilidad, a mujeres, porque en España las obras de carretera son todavía un trabajo netamente masculino. 125 kilómetros desde la salida y paramos en Blue River a echar gasolina (así es como descubrimos que en British Columbia esta cuesta unos 50 centavos más por litro que en Alberta). Después entro en el pueblo (por llamarlo de alguna forma) y me acerco a una licorería, transformada por sus propietarios hindús en una tienda de conveniencia donde incluso venden fruta y verdura. Por eso, aparte de las cervezas, salgo de allí con las pastillas para lavadora que vamos a necesitar esta tarde.
Cien kilómetros más y llegamos a Clearwater. Aquí nos desviamos de
la carretera principal para dirigirnos al Wells Gray Provincial
Park, que esperamos encontrar
menos concurrido que las Rocosas. Nuestra primera parada es Spahats
Creek Falls, una cascada de 75
metros de altura, a través de la cual el arroyo homónimo cae al río
Clearwater. Por cierto, spahats
es el término utilizado por las Primeras Naciones para designar al
oso.
Spahats Creek Falls |
Hace tanto o más calor que ayer, y
durante la comida no queda otra que encender el generador para tener
aire acondicionado. Nos da un poco de apuro, pero no parece que
molestemos a nadie.
Río Murtle |
La siguiente catarata es la Moul
Falls, pero para llegar a ella es preciso caminar cuatro kilómetros
ida y vuelta, así que preferimos descartarla y seguir otros 25
kilómetros hasta Helmcken Falls,
sin duda la más espectacular: 141 metros de caída (no lo parece),
la cuarta catarata más alta de Canadá. De hecho, su protección
fue una de las razones por las que se creó el Parque Provincial
Wells Gray en 1939. En invierno se forma en su base un cono de hielo
de hasta 50 metros de altura. Aquí también se encuentran algunas de
las escaladas de hielo con mayor nivel del mundo.
Helmcken Falls |
Cañón de las Helmcken Falls |
Cono de hielo en las Helmcken Falls. Fuente: Wikipedia |
La cascada y el lugar emboban. Las condiciones meteorológicas son propicias para el dron, pero no sé si aquí estará permitido o no. Bordeando el acantilado en busca de un lugar propicio, me cruzo con una familia; el padre tiene en las manos el inconfundible mando del DJI. Me siento identificado porque, al igual que yo, este hombre busca sitios discretos para volar sin molestar y sin ser molestado. Vuelvo corriendo a la autocaravana y, pertrechado del dron y de loción antimosquitos, doy con una plataforma de despegue adecuada. Tengo además la inmensa suerte de que sale el sol y, con él, un arcoiris en la cascada. El vídeo se puede ver aquí.
Una vez desahogada la pasión voladora, regresamos sobre nuestros pasos hasta el Wells Gray Golf & RV Resort, donde hemos reservado sitio para esta noche. Se trata de un camping privado, junto a un ríachuelo. Aquí estamos todos muy juntitos, y no disponemos del enorme espacio que teníamos en los parques nacionales, pero luz y agua sí que hay.
Antes del descanso, lavadora. La cuerda para la colada la ponemos entre un árbol y el brazo del toldo, pero el peso de la ropa húmeda es tal que tememos averiar el brazo plegable, así que no queda otra que recogerla y tenderla como podemos en el interior del vehículo, lo que nos trae recuerdos de Tromso y el viaje iniciático a Cabo Norte, hace eones.
Distancia parcial: 292 kilómetros.
Distancia total: 1.118 kilómetros.
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