4 de agosto
Temperatura al
amanecer: 2º C
Si algo diferencia
esta vertiente de las montañas de la del otro lado es la vegetación. Allá por
la zona de Queenstown esta era bastante monocolor, con un claro predominio de las
coníferas. Aquí en cambio el bosque tiene un aire tropical, y luce todos los
matices del verde. La atmósfera está en calma, y no se oye un solo ruido. El sol
luce en un cielo despejado; con respecto a ayer, menudo cambio.
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Bosque primigenio en Pleasant Flat Campsite |
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Bosque primigenio en Pleasant Flat Campsite |
Antes de partir
repostamos en un grifo donde pone Agua no
tratada. Imagino que procede de un aljibe como tantos otros que hemos visto
durante el viaje. Son tanques verdes, de planta redonda y con capacidad para
veinte o treinta mil litros. Prácticamente todas las casas aisladas los tienen,
y muchas veces los vemos también en edificios públicos. Suelen estar pegados a
la pared de la vivienda, conectados a los canalones mediante una tubería; pero
también los hay separados, y entonces el tubo va enterrado por el suelo,
después asciende y llena el depósito en virtud del sistema de los vasos
comunicantes.
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Hacia la costa |
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Hacia la costa |
Continuamos el
descenso hacia la costa. Al llegar a Haast Junction torcemos hacia la
izquierda, dirección Sur. Desde aquí hasta Jackson´s Bay, el final de la
carretera, hay 46
kilómetros, y en todo el camino solo nos cruzamos con un
par de coches. No en vano nos encontramos en la zona más remota y menos poblada
de la isla, que ya es decir.
La carretera está
formada por una interminable recta que sigue la costa a través de un denso
pasillo de árboles. La vegetación es tan densa que parece la selva de Sumatra o
de Borneo. Pasan tan poco vehículos que si exceptuamos el espacio dejado por
las roderas de los neumáticos, una pátina verde cubre el asfalto. Es musgo.
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Jackson´s Bay |
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Jackson´s Bay |
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Jackson´s Bay |
Jackson´s Bay,
apenas cuatro casas. En 1875 hubo un intento de asentar cuatrocientos colonos,
pero las condiciones eran tan duras que tres años después la mayoría se marchó.
Como testimonio de aquellos años heroicos quedan algunas fotos y el cementerio
de los pioneros. También una tienda de recuerdos. En la puerta, un cartel reza
que se encuentra cerrada por el aviso de lluvias torrenciales, no sabemos si
pasadas o por venir. A la entrada del pueblo, en la carretera, hay maquinaria
pesada limpiando las piedras y las rocas que han caído con los
desprendimientos. Estos parecen habituales, pues hay carteles que advierten a
los conductores que no se detengan.
Este es el punto más
cercano al Milford Sound por esta
zona (apenas 95
kilómetros en línea recta). Nos duele no haber ido, pero
las cosas vienen como vienen. Volvemos sobre nuestros pasos hasta el puente
sobre el río Arawhata. Queremos hacer
una ruta a pie hasta el Lago Ellery,
pero la pista forestal que conduce hasta él me disuade: no existe ningún cartel
que haga referencia al paseo, y sí en cambio una señal naranja con el texto SLOW LONG NARROW ROAD. Así que nos conformamos
con bajar al inmenso pedregal del río. La estupenda temperatura nos hace
olvidar las penurias pasadas. Si, como hemos leído, esta zona alcanza una precipitación
de cinco mil litros anuales, está claro que hoy hemos tenido una suerte
bárbara.
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Río Arawhata |
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Río Arawhata |
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The long and narrow road |
Tanto al ir como al
venir se nos arrima un pájaro. Se trata del fantail o cola de abanico, que evoluciona muy cerca sin mostrar ningún miedo: danza,
despliega su cola, vuela en línea recta hacia nosotros y en el último momento
nos evita con una acrobacia. Resulta tierno y terriblemente encantador.
Desandamos camino
hasta Haast Junction rodeados de la misma y obsesiva soledad. Esta misma
soledad en el campo uno la asume, pero en carretera resulta raro, como si te
estuvieras metiendo en algún sitio peligroso del que todos han huido. Además, desde
ayer no tenemos cobertura de móvil, y junto a las escasas viviendas que hay al
borde de la ruta vemos unas pequeñas antenas circulares, supongo que será la
forma que tienen de acceder al teléfono y tal vez a Internet.
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Haast Junction |
Pese a su reducido
tamaño, Haast tiene dos gasolineras. Paro en la más alejada de la carretera
principal, pero cuando veo el precio (1,55 dólares) salgo corriendo. Qué morro
tienen algunos, hasta ahora hemos pagado 1,14 de media. Por si fuera poco
tienen un cartel asegurando que es la última gasolinera en los siguientes 160 kilómetros, lo
cual es mentira (Fox está a 123 kilómetros). Quinientos metros más allá
está la otra. Aunque el precio es más decente (1,33) desistimos de llenar porque
aún tenemos gasoil. Intentamos comprar pan, pero se les ha acabado. Andamos
necesitados de productos frescos y no vemos la posibilidad de adquirirlos en
ningún sitio; la verdad, no sabíamos que nos adentrábamos en un espacio tan
deshabitado.
Atravesamos el río Haast muy cerca de su desembocadura por
un larguísimo puente de un solo carril. Tan largo es que tiene un par de passing-bay para que los vehículos
puedan cruzarse. Comemos en un merendero a la orilla, y el resto de la tarde lo
dedicamos a recorrer en completa soledad los kilómetros que quedan hasta el Glaciar Fox. La carretera bordea la
costa y después, a partir del Lago
Moeraki, serpentea hacia el interior. Sobre el mapa aparecen puntos que
presumiblemente son pueblos, pero cuando llegas al sitio a los sumo hay dos o
tres casas, o la escuela, o el Community
Center.
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Puente sobre el río Haast |
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Costa Oeste |
Llegamos a destino a
las cuatro y media de la tarde. Entramos en el pueblo para echar gasoil (de
nuevo a 1,33) y comprar comida en un General
Store, que yo pensé que solo salían en las películas de vaqueros. Llevamos
todo el día sin encontrar un sitio donde depositar nuestra basura (este asunto
en Nueva Zelanda es tema aparte, y da para escribir otro libro). Como en la
puerta de la tienda hay un contenedor, pues aprovechamos.
Nos damos tanta
prisa en estos menesteres que a las cinco estamos en el aparcamiento del
glaciar. Según los paneles, hasta el mirador se tarda una hora solo ida, de
manera que nos llevamos agua, comida y las linternas.
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Puente monocarril llegando a Fox |
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Camino del glaciar |
El primer tramo de
la ruta nos lleva por el gigantesco cañón que cavó el hielo durante milenios.
Hemos visto los indicadores de hasta donde llegaba el glaciar en 1750, en 1935
e incluso en 2008, y el retroceso es abrumador. Por todas partes hay
advertencias conminándote a que no abandones el camino por el riesgo cierto de
desprendimientos.
La segunda parte del
recorrido consiste en una descomunal subida por la morrena lateral. El terreno
es aquí tan cambiante que vemos tramos antiguos del camino sepultados por las
avalanchas. El punto de humor en lo más duro de la subida lo pone un cartel que
avisa de que estás en zona de caída de piedras y que por lo tanto no te pares. Pero
¿cómo pretenden? ¿Vas con la lengua fuera y todavía tienes que hacer un sprint?
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Glaciar Fox |
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Glaciar Fox |
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Atardece en las altas cumbres |
Desde el mirador la
vista no es gran cosa, apenas una lengua pardusca. Me producen muchísima
tristeza estos glaciares en agonía. Supongo que desde el helicóptero las perspectivas
serán diferentes.
El sol se ha puesto
hace mucho, y regresamos al aparcamiento con los últimos vestigios de claridad.
Todavía nos cruzamos con gente que sube. ¡Y nosotros pensando que era
tardísimo!
Todavía nos quedan
hasta Docherty Creek, nuestro lugar de pernocta, 24 kilómetros. Se nos
hacen muy largos porque es de noche, y por la enorme cantidad de curvas que
tiene la carretera.
Kilómetros etapa: 298