domingo, 1 de diciembre de 2024

DÍA 6

Constato en el mapa que, en dos días viajando por la costa, apenas nos hemos movido 120 kilómetros. Hoy es 4 de agosto, y tenemos que devolver la autocaravana el día 27 en Alice Springs, pues tomamos el avión de vuelta a Sidney ese mismo día; por no hablar del vuelo a España dos días después. ¿Nos dará tiempo? Mi mayor preocupación son los contratiempos derivados de imprevistos, averías y demás. Solo de pensar en ello me dan sudores fríos.

Como es preceptivo, apenas nos levantamos sacamos la auto del cámping y la dejamos en un aparcamiento cercano a la inmensísima playa que solo intuimos ayer. Conservo fotos parecidas a esta que saqué en la isla sur de Nueva Zelanda: espacio y soledad a espuertas en un lugar perdido del mundo.

Berrys Bay

Al igual que en Nueva Zelanda, mucha madera en las playas

Hoy nuestro destino se encuentra lejos de la costa: vamos a visitar el Kangaroo Valley, uno de los mejores sitios, al parecer, para ver wómbats. Remontamos el curso del río Shoalhaven en busca de una gasolinera. Pronto veremos que incluso este sencillo gesto puede transformarse en una odisea: la primera que encontramos tiene sobre sí una marquesina demasiado baja, sobre todo para nuestros 3,5 metros. Seguimos hasta Bromaderry, entramos en otra estación de servicio... Y resulta que al ser domingo se encuentra cerrada (nada de pagos con tarjeta). A unos cientos de metros localizamos otra, esta sí de autoservicio y autopago y además con el gasoil bastante barato. Pronto entenderemos por qué: está destinada a camiones, y el boquerel es demasiado grueso para que entre en nuestro depósito. Cuando descubro este inconveniente ya he pasado la tarjeta, y además no me fío de encontrar ninguna otra abierta, de manera que atravieso el suplicio de introducir el gasoil en plan regadera, trazando una graciosa parábola en el aire y cuidando, además, de no apretar mucho el gatillo para que la cantidad que salga sea la justa y no desborde. La operación lleva su tiempo, y aprte de mancharme de gasoil acaba doliéndome la mano del esfuerzo sostenido. Como cada vez que repostemos sea así, estamos aviados.

La gasolinera de marras. Y el precio más barato de todo el viaje

Desde Bromaderry hasta nuestro destino solo quedan 35 kilómetros, pero la carretera atraviesa un abrupto puerto de montaña que además se encuentra en obras. Al bajar del otro lado vemos los primeros wómbats pero en la cuneta, muertos. Esto nos produce una inmensa tristeza.

Los wómbats (Wikipedia dixit) son una familia de marsupiales que se encuentran solo en Australia y Tasmania, tienen la apariencia de un oso, pequeño de patas muy cortas. Pesan entre 25 y 55 kilos. Su pariente más cercano es el koala, pero a diferencia de este son animales mucho menos especializados en cuanto a su dieta y modo de vida. Se alimenta de hierbas y raíces, y viven en extensas madrigueras. Poseen un metabolismo extraordinariamente lento: tardan alrededor de catorce días en completar la digestión. En caso necesario, pueden fácilmente sobrepasar a un ser humano en carrera. los wómbats corren hacia sus madrigueras cuando les ataca un depredador, y utilizan su propio trasero para tapar la entrada. Esto les protege, porque poseen un culo extremadamente duro y resistente, reforzado con cartílago y prácticamente inmune a los mordiscos de otros animales. Es más probable que el depredador se haga daño en los dientes, a que el wómbat sufra algún tipo de daño. Lo más curioso es que, si el depredador consigue adentrar su cabeza en la madriguera, por encima del trasero del wómbat, en un intento por alcanzar la carne más blanda, probablemente sea lo último que haga, ya que este animal suele hacer en estos casos un movimiento similar al twerking, agitando su culo con fuerza y aplastando el cráneo de su enemigo contra el techo de la madriguera.

El área

Por fin llegamos a Bendeela Recreation Area, una extensa zona de acampada perteneciente a la red de parques nacionales. En teoría hay que registrarse por Internet y a continuación efectuar un pago más simbólico que otra cosa, pero ni anoche ni esta mañana funcionaba la página de marras, con lo escrupulosos que son los anglosajones con las normas... Una cámara que lee las matrículas a la entrada (y suponemos que a la salida) se cerciora de que quién pernocta y quién no. Por si no estuviera del todo claro, un cartel bien visible insiste en la obligación de inscribirse, pero suena un tanto irónico, porque aquí no existe cobertura de ningún tipo. Preguntamos a una pareja que recoge para marcharse. Ellos sí que se registraron, nos dicen, pero con la poca gente que hay por estas fechas no creen que vayamos a tener problemas. Dios les oiga.

El día transcurre tranquilamente, esperando el oscurecer, ya que los wómbats son mayormente crepusculares y nocturnos. Usamos la auto como hide y tiramos de prismáticos, pero como no hay bichos a la vista decidimos darnos una vuelta. Para nuestra sorpresa, la zona de acampada, en forma de L, es mucho más grande de lo que creíamos: abarca más de un kilómetro, siguiendo la curva del río. En la parte que tienen ahora cerrada a los vehículos (pero no a los viandantes) vemos a cuatro o cinco de nuestros amigos. Temiendo que se muestren huidizos, nos aproximamos sigilosamente, pero estamos a tres metros de distancia y ellos siguen a lo suyo, comiendo. Deben de tener dientes fuertes como demonios, porque hacen un ruido peculiar al cortar la hierba. Por curiosidad me gustaría tocar a alguno, pero temo una reacción agresiva con mordisco de propina. Un poco más allá observo a un grupo de personas acariciando a uno, de modo que espero a que se vayan y me acerco yo, por si acaso aquel individuo fuera el más mansito de la manada. Para mi sorpresa, el pelo no es nada suave, más bien recuerda a cerdas de jabalí.

Los canguros

Seguimos caminando por la campa, con cuidado de no caer en las madrigueras, todo lo grandes y profundas que se puede esperar de un bicho de 50 kilos, cuando -maravilla de las maravillas- empezamos a ver canguros. Primero una madre con su cría, y luego un grupo de catorce o quince. Vienen también a comer hierba, cruzan la alambrada y al vernos se detienen, dubitativos, pero al final entran todos.

Los dejamos pastar tranquilos y nos vamos a dormir con una sensación de plenitud difícil de describir.

Distancia parcial: 46 km.

Distancia total: 387 km


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