DÍA 11
Por si lo de ayer no hubiera sido bastante, esta mañana descubro que el cristal de la ventanilla del conductor no baja. Miro en el libro de instrucciones el apartado retrovisores, y allí dice que desaconsejan moverlos manualmente porque puedes provocar un cortocircuito. Como los mandos reguladores del espejo se encuentran en la puerta del conductor, justo al lado del botón que acciona el cristal, pues está claro de dónde viene la avería. De manera que me pasaré el resto del viaje sin poder abrirlo. Menudo panorama.
Para la zona de Melbourne traía apuntados varios sitios: un tren de
vapor, un santuario de animales, una ruta senderista por parque
nacional y alguna otra cosa más, pero los percances de ayer y la
dichosa premura invitan a cruzar Melbourne hoy. Tampoco pararemos
aquí, porque ya hemos comprobado lo hostiles que son las grandes
ciudades, aquí como en Canadá, para con las autocaravanas.
Camino de la gran city |
Para colmo, en este país las distancias engañan cosa fina: si la bahía al fondo de la cual se encuentra Melbourne la representáramos como la esfera de un reloj, San Remo estaría a las cuatro y nuestro destino, Torquay Beach, a las ocho. Pues bien, yo había calculado a ojo que la vuelta consistiría en unos 80 kilómetros. Cuál no será mi sorpresa cuando le pregunto a Google Maps y me dice que en realidad son... 224.
Qué decir de Melbourne, sino que es enorme (de hecho, hace poco que
ha superado en habitantes a Sidney). Además, como no se halla
circunvalada, la M1 pasa, literalmente, por el mismo centro. Por
cierto, aquí nos pondrán una multa por saltarnos algún tipo de
peaje (nosotros no vimos cartel de ningún tipo). Resulta que, cuando
formalizamos el alquiler de la autocaravana, me hicieron descargar
una aplicación y vincularla a la tarjeta de débito para que los
peajes se pagaran automáticamente. Ahora bien, después del baile de
vehículos que nos montaron, nadie se acordó de actualizar la
matrícula, y al volver a casa nos encontramos con el pastel. El
importe no es que fuera elevado, pero fastidiaba un poco por no ser
responsabilidad nuestra. El caso es que mandamos un correo a la
empresa explicándoles toda la movida, y mira si son honrados estos
australianos que asumieron la sanción y encima nos pidieron
disculpas.
Cruzando Melbourne |
Cuando abandonas el casco urbano de Melbourne atraviesas un descampado de unos 30 kilómetros, pasas junto al aeropuerto de Avalon (que no es el principal de Melbourne, que se halla situado más al norte) y, tras rodear los pueblos del oeste de la bahía, pegados unos a otros, llegas de nuevo a la costa en Torquay, en cuyo Woolworths hacemos escala. Contrasta la usual apariencia industrial del edificio con el resto del urbanismo, compuesto exclusivamente de viviendas unifamiliares. Por suerte su párking no se halla muy concurrido, ya que como de costumbre no existen plazas para vehículos grandes, y tenemos que colocar la auto de aquella manera.
Una vez provistos o proveídos, nos vamos hasta un aparcamiento de
playa al sur del pueblo, donde de nuevo tenemos que realizar un
estudio para ubicar nuestro vehículo en uno de las plazas
delimitadas. ¿Pero es que esta gente no piensa en las
autocaravanas?
Bells Beach |
Tras comer, hacemos una pequeña excursión a pie siguiendo la línea
de costa hasta Spring Creek, que se cruza mediante una pasarela de
madera, y después hasta Rocky Point Lookout. Es nuestro primer
contacto con la Great Ocean Road, una muy escénica carretera
que serpentea por la costa a lo largo de 240 kilómetros, y que es
uno de los lugares más visitados de Australia. Empezó a construirse
en 1918, y en las obras participaron unos 3.000 soldados retornados
de los campos de batalla europeos. En consecuencia, la magna obra fue
dedicada a los camaradas caídos. No se terminó hasta 1932, y sirvió
para comunicar por tierra localidades que hasta entonces solo eran
accesibles por vía marítima.
Aunque el primer tramo no es el más espectacular, hacemos un par de paradas antes del cámping de Anglesea, adonde entramos por un pelo (pese a que faltaban unos minutos para las cinco, la recepción ya se encontraba cerrada, y hubo que llamar). Aquí también vemos canguros dentro del recinto, pero menos que hace tres días en Pambula.
Distancia parcial: 252 km.
Distancia total: 1.592 km.
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