domingo, 1 de diciembre de 2024

DÍA 7

Amanecemos de una noche bien fría (esta mañana he tenido que arrancar el vehículo, para que se calentara un poco el habitáculo). Por suerte, nadie ha venido a preguntar qué hacemos aquí, pernoctando sin autorización.

Desandamos camino y revivimos la procesión de wómbats muertos (después de haberlos visto vivos, da aún más pena). Tras franquear el empinado puerto, nos damos el primer susto del viaje: circulamos por una zona en obras con paso alterno de vehículos. Pues bien, al salir de una rotonda me desplazo automática e instintivamente al carril derecho. Por suerte, los vehículos detenidos se encuentran a más de cien metros. Algo debe percibir el operario que sujeta la señal de paso y stop, porque se vuelve justo en el momento en que me reincorporo al lado correcto. Cuando pasamos a su lado menea la cabeza desaprobatoriamente como diciendo: Estos guiris...

Una vez de nuevo a Bomaderry, giramos hacia el sur siguiendo la A1. Aunque la carretera va de nuevo por el interior, hacemos un desvío hasta Hyams Beach cuya playa, según dicen todas las guías, tiene la arena más blanca del mundo. Sea por las expectativas, sea porque el día nublado no ayuda, el caso es que bonita y caribeña es, pero no nos parece nada del otro mundo. Sí que nos percatamos en cambio de la escasez de aparcamiento, y de cómo deben de pasarlo los locales cuando en verano el lugar se vea asaltado por hordas de turistas.

La playa más blanca del mundo

Algo que me llama más la atención que la playa son los impolutos merenderos con barbacoas -no me queda claro si a gas o eléctricas- que jalonan los jardines anejos a la playa. Esto, más que otros muchos detalles, da idea del grado de civismo y desarrollo de un país. Me pregunto cuánto durarían estas instalaciones donde tú y yo sabemos.

Paseoa pie por la playa y vuelta atrás en vehículo, con escala en el Woolworths de Vincentia para comprar algunas cosas. Finalmente, hemos nos hemos hecho clientes esta cadena por parecernos más económica que su competidora Coles. Es nuestra tercera compra, y no deja de sorprenderme cómo lo hacen aquí: tú vas con tus bolsas reutilizables y las dejas sobre la cinta. Entonces la cajera las cuelga de unos ganchos y es ella quien coloca lo adquirido. Con la práctica adquirida, y como si fuera un Tetris, resulta asombrosa la cantidad de productos que son capaces de almacenar en cada bolsa.

Stony Creek

Burrill Lake

57 kilómetros más y llegamos a Burrill Lake. Aquí hay dos cámpings. Originalmente nos pareció más interesante quedarnos en el del otro lado del río, pero las valoraciones eran peores (sobre todo la del hombre al que le robaron su vehículo dentro del recinto, apareció después quemado y, según él, la dirección se lavó las manos). De manera que nos quedamos en el Holiday Haven. Hemos llegado intencionadamente pronto para hacer una colada, que ya toca. Y todavía nos sobra tiempo para cruzar al otro lado del río donde, justo en su desembocadura, se aprecian unas curiosas formaciones rocosas en el mismo límite del agua. Son tan planas que no las tienes todas consigo si la marea (que ahora mismo está subiendo) llega de golpe. Por eso nos sorprende y escandaliza a un tiempo esta pareja que viene con un niño pequeño, que a duras penas sabe andar, y al que dejan pulular por allí sin vigilancia, como si en vez de un peligroso trozo de costa aquello fuera un kindergarten. Preferimos no mirar más y nos vamos.

Atardecer en Dolphin Point

Extrañas formaciones en Dolphin Point

Cuando llegamos al cámping y a la auto hace ya un rato que ha caído la noche, que hoy nos envuelve y nos acoge como recompensa de un día bien empleado.

Distancia parcial: 123 km.

Distancia total: 510 km.


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