DÍA 7
Amanecemos de una noche bien fría (esta mañana he tenido que arrancar el vehículo, para que se calentara un poco el habitáculo). Por suerte, nadie ha venido a preguntar qué hacemos aquí, pernoctando sin autorización.
Desandamos camino y revivimos la procesión de wómbats muertos (después de haberlos visto vivos, da aún más pena). Tras franquear el empinado puerto, nos damos el primer susto del viaje: circulamos por una zona en obras con paso alterno de vehículos. Pues bien, al salir de una rotonda me desplazo automática e instintivamente al carril derecho. Por suerte, los vehículos detenidos se encuentran a más de cien metros. Algo debe percibir el operario que sujeta la señal de paso y stop, porque se vuelve justo en el momento en que me reincorporo al lado correcto. Cuando pasamos a su lado menea la cabeza desaprobatoriamente como diciendo: Estos guiris...
Una vez de nuevo a Bomaderry, giramos hacia el sur siguiendo la A1.
Aunque la carretera va de nuevo por el interior, hacemos un desvío
hasta Hyams Beach cuya playa, según dicen todas las guías, tiene la arena más
blanca del mundo. Sea por las expectativas, sea porque el día
nublado no ayuda, el caso es que bonita y caribeña es, pero no nos
parece nada del otro mundo. Sí que nos percatamos en cambio de la
escasez de aparcamiento, y de cómo deben de pasarlo los locales
cuando en verano el lugar se vea asaltado por hordas de turistas.
La playa más blanca del mundo |
Algo que me llama más la atención que la playa son los impolutos merenderos con barbacoas -no me queda claro si a gas o eléctricas- que jalonan los jardines anejos a la playa. Esto, más que otros muchos detalles, da idea del grado de civismo y desarrollo de un país. Me pregunto cuánto durarían estas instalaciones donde tú y yo sabemos.
Paseoa pie por la playa y vuelta atrás en vehículo, con escala en
el Woolworths de Vincentia para comprar algunas cosas. Finalmente,
hemos nos hemos hecho clientes esta cadena por parecernos más
económica que su competidora Coles. Es nuestra tercera compra, y no
deja de sorprenderme cómo lo hacen aquí: tú vas con tus bolsas
reutilizables y las dejas sobre la cinta. Entonces la cajera las
cuelga de unos ganchos y es ella quien coloca lo adquirido. Con la
práctica adquirida, y como si fuera un Tetris, resulta
asombrosa la cantidad de productos que son capaces de almacenar en
cada bolsa.
Stony Creek |
Burrill Lake |
57 kilómetros más y llegamos a Burrill Lake. Aquí hay dos
cámpings. Originalmente nos pareció más interesante quedarnos en
el del otro lado del río, pero las valoraciones eran peores (sobre
todo la del hombre al que le robaron su vehículo dentro del recinto,
apareció después quemado y, según él, la dirección se lavó las
manos). De manera que nos quedamos en el Holiday Haven. Hemos
llegado intencionadamente pronto para hacer una colada, que ya toca.
Y todavía nos sobra tiempo para cruzar al otro lado del río donde,
justo en su desembocadura, se aprecian unas curiosas formaciones
rocosas en el mismo límite del agua. Son tan planas que no las
tienes todas consigo si la marea (que ahora mismo está subiendo)
llega de golpe. Por eso nos sorprende y escandaliza a un tiempo esta
pareja que viene con un niño pequeño, que a duras penas sabe andar,
y al que dejan pulular por allí sin vigilancia, como si en vez de un
peligroso trozo de costa aquello fuera un kindergarten.
Preferimos no mirar más y nos vamos.
Atardecer en Dolphin Point |
Extrañas formaciones en Dolphin Point |
Cuando llegamos al cámping y a la auto hace ya un rato que ha caído la noche, que hoy nos envuelve y nos acoge como recompensa de un día bien empleado.
Distancia parcial: 123 km.
Distancia total: 510 km.
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