sábado, 12 de noviembre de 2016

Haere mai. Un viaje a Nueva Zelanda (24)

14 de agosto
Temperatura al amanecer: 3º C
La silueta del Lago Taupo recuerda bastante a África. Esta masa de agua tiene una extensión de más de seiscientos kilómetros cuadrados, y ocupa el espacio creado por una gigantesca erupción volcánica que tuvo lugar hace veintisiete mil años. Durante este corto -en términos geológicos- periodo de tiempo, ha entrado en erupción veintiséis veces. Dos de ellas aparecen registradas con los niveles 7 y 8 en el Índice de Explosividad. La de nivel 7 ocurrió en el año 186 de nuestra era, y el volumen del material arrojado alcanzó los 100 kilómetros cúbicos. La del nivel 8 (el máximo en la escala, descrito como apocalíptico) tuvo lugar hace 26.500 años y fue la que formó la caldera. Se calcula que expulsó a la atmósfera más de 800 kilómetros cúbicos de ceniza, lava y rocas.

Lago Taupo con los volcanes al fondo
Avioneta-hidroavión para excursiones aéreas
Impresionantes cifras, sin duda. Sin embargo, también somos testigos de actividad volcánica muy intensa, aunque de menor envergadura: hemos desayunado y, aprovechando el sol, Inari y yo disfrutamos de las vistas del lago desde los asientos delanteros: tal y como predije, volvemos a ver los volcanes pero muy lejos ya, a punto de voltear el horizonte. Justo entonces la furgoneta que está a nuestro lado inicia un metódico balanceo hacia adelante y hacia atrás. Unos chavales que desayunan en el merendero contemplan la escena entre atónitos y divertidos. También me miran a mí, como asombrados de que permita que mi hijo asista a semejante espectáculo. Pero Inari, con sus seis años sin cumplir, no repara en el sutil balanceo. Y, aunque lo percibiera, aún no sabría interpretar la relación existente entre los amortiguadores de un vehículo y las pasiones humanas. Al rato la puerta corredera se abre. Dentro está una pareja muy joven; mientras él se va a hacer sus cosas, ella se queda desayunando. La furgo no es de alquiler sino particular, y es admirable constatar cómo en un espacio tan reducido tienen sitio para todo. También para el amor.
En fin, dejadas a un lado las disquisiciones mecánico-afectivo-sexuales nos ponemos en marcha, que en Taupo hay mucho que ver. Antes de nada nos acercamos al Riverside Park, que está aquí mismo. Sorprendentemente, está permitido entrar en el parque hasta la dump station. En este lugar, aparte de un gigantesco tocón de árbol, hay algo todavía más raro: una papelera. Me planteo depositar en ella la basura aunque no las tengo todas conmigo, porque al lado hay un letrero donde se puede leer: Household waste forbidden. Y a los infractores se les amenaza con una instant fine, multa instantánea. Esto genera entre nosotros un debate de índole filológica: ¿se puede considerar basura doméstica a los residuos generados por una autocaravana? En puridad no, pero ¿a santo de qué sino iban a poner aquí esta prohibición? Porque no me imagino a nadie viniendo hasta aquí desde su casa para deshacerse de una batidora estropeada. Por si acaso y, como siempre, deposito nuestro desperdicios al furtivo modo, no sea que me apliquen la instant fine y salta la receta directamente de la papelera, como si de un cajero automático se tratara.

Craters of the Moon
Piscina de lodo en los Craters of the Moon
Fumarolas en los Craters of the Moon
Fumarolas en los Craters of the Moon
Fumarolas en los Craters of the Moon 

Peligro, el vapor quema

El Tongariro y los otros volcanes desde los Craters of  the Moon
Si el Lago Taupo es África y Tokaanu cae por Johannesburgo, nosotros nos encontramos ahora mismo en Egipto. Y Egipto sin duda tiene mucho que ver: lo primero de todo, los Cráteres de la Luna. En 1950, una amplia zona al Norte de Taupo comenzó a calentarse y a generar vapor. Aparecieron cráteres de lodo hirviendo y otros fenómenos geotérmicos. Al parecer, el acontecimiento fue provocado por la disminución de la presión del agua subterránea debido a la construcción de una central geotérmica en los alrededores. El suelo está tan caliente que para recorrer la zona es menester hacerlo sobre pasarelas de madera, las cuales a menudo hay que mover porque aparecen nuevos respiraderos. El olor a azufre es omnipresente. Esto, unido al vapor de las fumarolas, confiere al lugar un aspecto irreal y fantástico. A la entrada existe un parking vigilado por voluntarios que cobran un precio simbólico. Si hacemos caso de lo que dicen los carteles, este sistema se estableció debido los actos vandálicos que sufrían los automóviles. Vaya, también en Nueva Zelanda cuecen habas, y con más motivo aquí.
Tras un pequeño piscolabis nos vamos para el Volcanic Activity Centre, un poco más al Norte. Pese a su rimbombante nombre, la verdad es que aquí no hay nada que merezca la visita, como no sea la explicación científica de terremotos y volcanes y unas impactantes fotos del seísmo de Christchurch.
La siguiente parada es Huka Falls, también a tiro de piedra. Aquí sí que hay turistas, y es que el espectáculo no es para menos: son tres los ríos (Waitahanui, Tongariro y Tauranga Taupo) que alimentan el Lago Taupo; en cambio tan solo uno (el Waikato) le hace de sumidero. Cuando el agua se comprime en la falla volcánica de las cataratas Huka es como si a una manguera de bomberos le pusieran una boquilla muy pequeña: doscientos veinte mil litros de agua por segundo originan un espectacular caos de espuma, velocidad y ruido. Como aquí se aprovecha todo, un servicio de lanchas rápidas similar a las de Queenstown te acercan hasta la base de la cascada, imagino que con muchísima emoción y poco riesgo.

Huka Falls
Huka Falls
Cuarta y última parada del día: el Spa Thermal Park. Volvemos a Taupo, cruzamos el río y dejamos la auto en el parking. Desde aquí un corto paseo te deja en un riachuelo de abundante y gratuita agua caliente. Hay varias pozas no muy profundas donde puedes sentarte a meditar sobre los placeres de la vida. La verdad es que está bastante caliente, y eso que es invierno. La zona de baño está justo en el sitio donde este arroyo desemboca en el Waikato, y la tentación de entrar en el río para refrescarse es grande, pero hay carteles que avisan: la corriente es tan fuerte que ha habido muertes por ahogamiento.
Entre baño y baño conocemos a un chileno que está con su hijo. Lleva viviendo aquí diez años, vino por motivos de trabajo y se quedó "Llegué con pareja y ahora estoy separado". Vive en Rotorua, y como no vamos a parar allí mucho tiempo nos recomienda que visitemos el Kuirau Park, en el centro de la ciudad.
Spa Thermal Pools
Mortífero río Waikato
Reconciliados con nuestro cuerpo y con el mundo, regresamos a la auto. El día se ha pasado en un suspiro, y toca pensar en la pernocta. El sitio de ayer, aunque tranquilo, no nos terminó de gustar. Consulto Campermate y me parece ver el área de autocaravanas no está donde creímos ayer, sino al lado. Efectivamente, seguimos la coordenadas y encontramos un parking dedicado exclusivamente a autos, tranquilo y a orillas del lago.
¿Qué más se puede pedir?

Kilómetros etapa: 25
Kilómetros viaje: 4.472

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