martes, 19 de septiembre de 2023

29 de julio, día 16.

Anoche al llegar al camping pensé en la posibilidad de llenar y vaciar, aun a sabiendas de lo difícil que es localizar en total oscuridad las infraestructuras dedicadas a tal fin. Por eso, cuál no sería mi sorpresa al descubrir que cada parcela no solo dispone de grifo y toma eléctrica, sino que también cuenta con desagüe. La bomba, vamos. Pese a que se percibe que la mayoría de los clientes son habituales y resaltamos un poco, nos vamos con pena.

Por Salmon Arm vuelve a aparecer de nuevo la Highway 1, que ya dábamos por perdida y que desde Kamloops exhibe un incomprensible trazado de lombriz. Hoy no la abandonaremos durante todo el día, hasta Golden.

El lugar del accidente

Esta mañana pensábamos parar en Revelstoke para dar una vuelta, pero el atasco provocado por un accidente nos hace perder más de una hora y decidimos remontar el Illecillewaet River hasta la entrada del Skunk Cabbage Trail (¡sendero del repollo apestoso!). La ruta está bloqueada a medio camino, y toca darse la vuelta. Como en este lugar no hay apenas sombra, nos movemos un par de kilómetros más allá hasta el aparcamiento de los cedros gigantes. Aquí sí encontramos refugio, pero curiosamente el sendero hasta los árboles lleva por lo menos un año cerrado. Una pena. ¿De verdad que no hay en esto una voluntad deliberada?

Illecillewaet River

Subiendo el Roger Pass

Tras comer, continuamos subiendo hasta el Roger Pass, que al parecer es lugar muy importante para la mitología colonizadora. A partir de aquí comienza el descenso. 10 kilómetros más allá está la entrada a las Bear Creek Falls, cuyo acceso es una escalinata en descenso interminable. La cascada no es muy grande, pero cae con furia y levanta tal neblina que de nuevo parece que nos encontrásemos en el corazón de la América salvaje. No debemos de ser los únicos en pensar eso, porque al regreso nos encontramos con un grupo de apariencia extraña que portan un aparato de música, deduzco que para espantar a los osos. Tras ellos vienen tres chicas que dicen ser alemanas. Quieren saber si hay osos por la zona, pero no porque los teman sino porque quieren verlos (!). Le hacemos ver a una que sus sandalias son poco apropiadas para el terreno húmedo y resbaladizo que les espera más adelante. Se dan la vuelta, supongo que para cambiarse de calzado, pero para nuestra sorpresa se montan en un coche y se marchan.

Bajando a la Bear Creek

Poderosa Bear Creek

Continuamos el descenso y nos encontramos con unas aguas turquesas que pertenecen -ahora mismo no lo sabemos- al río Columbia. Finalmente llegamos a Golden, y nos vamos derechos al camping municipal, donde nos aguarda una parcela a nuestro nombre. Quise reservar una de las del fondo por hallarse arboladas y, en mi opinión, menos a la vindicta, pero al parecer son para residentes estables y no para nómadas de una sola noche. Así que nos toca enfrente del instituto. Junto a este hay una autocaravana tripulada por dos mujeres que, evidentemente, no han conseguido plaza y se han acogido a la caridad pública.

Atardecer del río Columbia

Mientras instalo los servicios de luz y agua, un perro de la parcela vecina (aquí no estamos tan separados) empieza a ladrarme desaforadamente. Sus amos, una pareja, intentan sin éxito hacerle callar, y esto le sirve a Bego de excusa para pegar la hebra, a la que posteriormente y con gusto me sumo yo. Resulta que, como nosotros, ambos son trabajadores del Estado (por cierto que no deben pagar aquí muy bien, si comparamos su modesta caravana con las que vemos todos los días). También, como nosotros, tienen un hijo de doce años. Nos sentimos mutuamente reconfortados al hablar de las dificultades de criar a un hijo único. Hacen salir al suyo de la caravana, los presentamos y (vergüenzísimo absoluto) les obligamos a darse un paseo. Resulta que tienen aficiones en común, como por ejemplo todas las banderas del mundo mundial. La madre nos cuenta que al suyo lo han diagnosticado como TDAH, pero nosotros sabemos que esa etiqueta tan socorrida enmascara todo tipo de realidades. Les preguntamos si en la enseñanza pública canadiense realizan cribados de altas capacidades y, oh sorpresa, responden que no.

El padre trabaja de guarda forestal, así que hablamos de incendios y de osos. Sobre los primeros nos dice que, al ser este un año extremadamente seco, en mayo ya estaban ardiendo zonas que por esas fechas suelen hallarse cubiertas de nieve; y que, según los expertos, es posible que el fuego sobreviva durante todo el invierno refugiado en el subsuelo. Respecto a los segundos, por lo visto todos los años hay en Canadá al menos cuatro o cinco incidentes graves. También nos cuenta alguna de sus experiencias con los plantígrados, como por ejemplo cuando uno le robó el bocata. O el día que otro cargó contra él pero solo fue un amago, porque tras empujarle, se marchó corriendo.


Distancia parcial: 250 kilómetros.

Distancia total: 3224 kilómetros.


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