DÍA 26
Llegar a Alice Springs supone el último hito de este viaje, el que nos marcamos cuando salimos de Sidney hace ya casi un mes, y que parecía entonces casi inasequible. A la entrada, un cartel indica la distancia que queda hasta Darwin: 1.500 kilómetros. Iríamos de buena gana si dispusiéramos de tiempo.
Por lo que respecta a Alice Springs, la idea que me había formado y la realidad colisionan de forma evidente. En primer lugar, al hallarse en medio del desierto me la imaginaba más rural. Sin embargo, al circular por sus calles la sensación que transmite es la de un entorno mucho más urbano. En segundo lugar, y pese a contar con menos de 30.000 habitantes, es sorprendentemente extensa (6,5 kilómetros de norte a sur por 4,5 de este a oeste). Y en cuanto al ambiente, resulta un tanto inquietante, sobre todo en la zona comercial: gente de aspecto marginal, en su mayoría aborígenes, solos o en grupo, sentados o vagando.
Primero gasolinera, luego supermercado y, para finalizar, tienda de
licores, con guarda en la puerta. Allí, un dependiente mal encarado
me exige algún documento de identidad para adquirir media docena de
cervezas. Como además de desagradable el tipo habla entre dientes,
me cuesta bastante entenderle.
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Camino a las montañas McDonnell |
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Camellos salvajes |
No apetece quedarse más de lo imprescindible, así que enseguida nos
ponemos en ruta hacia el Parque Nacional Tjoritja/West MacDonnell
por una carretera llamada Larapinta Drive. Hoy es 24 de
agosto, y nuestro avión sale dentro de tres días, que vamos a
invertir en una pequeña ruta hacia el oeste. Nuestro primer destino,
Simpson Gap, está a 23 kilómetros y consiste en un
desfiladero por el que discurre una rambla. Este fenómeno geológico
lo veremos repetido a lo largo de esta parte del viaje, y constituye
el mayor atractivo de la zona.
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Simpson Gap |
Dejamos la auto en el aparcamiento, y mientras caminamos estamos a
punto de tener un percance: a pocos metros del sendero, sobre un
arbusto, hay posado un enjambre de abejas. La gente pasa y se sacude
los insectos como si fueran moscas sin darles la mayor importancia.
Pero mi hijo, que les tiene pavor, echa a correr gritando y
gesticulando. Yo me cago vivo, porque sé que, como las abejas lo
interpreten como una agresión, podemos acabar en el hospital. Por
fortuna, al alejarnos acaban dejándonos en paz.
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Simpson Gap |
Simpson Gap es un lugar agradable: hay sombra, te puedes bañar (lo
que en mucho sitios por aquí está prohibido. Según los paneles, en
la zona viven ualabís de roca, pero solo son visibles al amanecer o
al atardecer.
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El autor en Simpson Gap |
Cuando llegamos hay poca gente, pero poco a poco el sitio se va llenado. Incordia lo suyo un grupo de excursionistas que hace todo el ruido que pueden. A nuestro lado se instala una pareja de chicas. Y cuando digo pareja me refiero al sentido verídico, porque al rato se las ve besándose.
Tras comer, regresamos a la auto -dando un rodeo, eso sí, para
evitar el enjambre- y continuamos camino. Siguiente parada: Standley
Chasm, a 40 kilómetros. El lugar es un imponente enclave
cultural para el pueblo arrernte.
Cuando aparcamos nos damos cuenta, por las tomas de electricidad, que
estamos invadiendo el espacio dedicado a cámping. Nos cambiamos de
sitio, pero al momento aparece un joven para avisarnos de que ese es
el lugar reservado para microbuses. Nos lo dice con suma afabilidad,
y de él me impresionan sobremodo su belleza y gallardía, todo lo
contrario del aspecto mísero que hemos visto hasta ahora en la
mayoría de los aborígenes.
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Comienzo del sendero |
Para visitar la sima es preciso sacar entrada. En el local nos
atienden otra joven de la tierra, igualmente simpática, y una mujer
blanca con cara de vinagre. A tenor de lo observado hoy, los
descendientes de europeos que viven en el outback se dividen
en dos clases: los que lo han elegido voluntariamente y quienes lo
viven como una condena. Mientras adquiríamos los tickets nos
percatamos de que en la tienda venden objetos de arte aborigen super
interesantes, pero nos hemos sentido tan maltratados por la hidra que
al regreso optamos por no volver a entrar.
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El desfiladero |
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El desfiladero |
El desfiladero es tan estrecho y las paredes tan altas que el paseo
es todo a la sombra. Al final hay un charco de agua cristalina donde
no está permitido bañarse. Tampoco lo haríamos, porque el sitio
produce tal sensación de paz y respeto que no hace falta que nadie
te avise sobre su carácter sagrado.
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El agua |
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La pintura |
No sabemos si les quedan sitios libres para pasar la noche, pero como aún queda luz decidimos alargarnos otros 60 kilómetros hasta Ellery Creek Big Hole, donde hay una zona de acampada del servicio de parques. Cambiamos Larapinta Drive por Namatjira Drive, nombrada así en honor a un famoso pintor aborigen. Cuando llegamos, primera sorpresa: para quedarse es preciso reservar por Internet... y aquí no hay Internet. De todos modos, la mayoría de las plazas, delimitadas por vallas metálicas, se hallan ocupadas y además el espacio es rácano de narices: parece mentira, con la de terreno que tienen estos australianos, que escatimen como si padeciesen de horror vacui.
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Ellery Creek Big Hole |
Donde sí hay holgura es en el aparcamiento donde te permiten dejar
tu vehículo para visitar el Big Hole, que es el charco más
grande que hemos visto hoy, a los pies de un imponente farallón.
Aquí sí que nos bañamos. El agua está bien fría, pero no le
hacemos ascos, pues el día ha sido caluroso de narices.
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Montañas McDonnell desde el aire |
Aprovechando que no hay carteles prohibidores a la vista, saco el
dron, pero una vez arriba me llevo un buen susto: a más de cien
metros de altura y a través de la cámara veo cómo un ave rapaz,
quizá un halcón, se dirige directo hacia el dron y lo esquiva en el
último segundo. De inmediato capto el intimidatorio mensaje, así
que me alejo del cortado rocoso y aterrizo lo más pronto que puedo.
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El Big Hole |
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El halcón avisador |
Queda por resolver el tema de la pernocta. Un kilómetro antes de dejar la carretera principal descubrimos a la izquierda una entrada que prometía. Nos acercamos y, para nuestro júbilo, encontramos un amplio espacio que parece haber servido como punto de almacenaje y estacionamiento de la maquinaria que construyó o reparó la carretera. Lo mejor de todo es que una ligera elevación del terreno nos oculta de la carretera. Buenas noches.
Distancia parcial: 223 km.
Distancia total: 5.337 km.
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