lunes, 21 de abril de 2025

DÍA 21

Rellenamos el depósito de gasoil a un precio considerablemente más elevado que las ocasiones anteriores. Luego reponemos y vaciamos las aguas, lo que supone una pequeña odisea: al preguntar nos dicen que están e a la vuelta. Pensando que se trata de un servicio de la gasolinera, buscamos en vano hasta que por fin descubrimos que lo que buscamos es un Outback Communities Authority Public Toilet situado a 350 metros de distancia. Antes de irnos, paso por el súper pero apenas compro nada: lo que hay es escaso y carísimo, especialmente el agua. Aun así, me llevo una camiseta de recuerdo y un ticket de la compra con la hora y el día incorrectos, donde se lee:

Thank yoy for shopping with us.

Where hell is Marla? Now you know.


Oscuro humor australiano: a los baños les ponen nombres de hombre o de mujer

Desde Marla hasta la frontera con el Territorio del Norte hay 159 kilómetros, que transcurren por un paisaje donde no se han inventado las montañas, vegetación semidesértica y canguros atropellados en las cunetas, imagino que a causa los road train, que circulan también por la noche.

Road train

Tres vagones

Cuatro vagones

En el límite estatal hay una pequeña área de descanso. Allí, unos paneles explicativos informan la segregación del Territorio del Norte respecto a Australia Meridional, que tuvo lugar en 1911. Por fortuna, ahora tenemos el horario de invierno y no es necesario cambiar de nuevo el reloj.

Nuestro vehículo es un velero que se hace de nuevo a este mar tan sólido que atravesamos. 95 kilómetros más hacia el norte está el cruce de Ghan, donde dejaremos provisionalmente la Stuart Highway para dirigirnos hacia el oeste por la A 4. Aquí ya nos atacan las moscas a conciencia y, por primera vez en el viaje, experimentamos calor.

Decidimos que aún es pronto para comer y hacemos propósito de estirarnos un poco más, pero por aquí las áreas de descanso no es que abunden precisamente, y tampoco la sombra, de manera que, cuando nos queremos dar cuenta, ya hemos recorrido otros cien kilómetros. Bajo del vehículo para tocar esta arena rojo intenso que tantas veces he visto en la tele, en fotos y también en el Tiempo del Sueño, el lugar donde mora la Serpiente Arcoiris, el que existió antes de que la vida de los seres individuales comenzara y que perdurará cuando esta termine.

Un hito en el camino: frontera de Australia Meridional con el Territorio del Norte

Tras la comida, otros 38 kilómetros hasta el mirador del Monte Conner, una elevación en forma de mesa que se divisa unos veinte kilómetros hacia el sur. Es posible que, al igual que Uluru, haya sido originado por la erosión, pero si miras la imagen del satélite tiene toda la apariencia de ser consecuencia del impacto de un meteorito que habría chocado sin desintegrarse (cosa que, como todo el mundo sabe, no suele suceder). Curiosamente, también recuerda muchísimo a los volcanes subglaciares que vimos en el norte de Islandia. Tan lejos, tan cerca. Tiempo del Sueño.

Primer contacto con el Centro Rojo

Me doy cuenta de que aún no he explicado el motivo de nuestro intempestivo desvío, que no es otro que Uluru, y toca ahora contar la historia personal: durante la última década del siglo pasado (cómo suena eso) estaba suscrito a una revista de vida alternativa y ecosaludable que solía regalar un calendario temático para el año siguiente. Pues bien, el de 1991 se tituló Lugares Sagrados, e incluía doce sitios con carga mística repartidos por todo el planeta. Uno de ellos era Uluru, que se conoce también como Ayers Rock. Me impresionó saber que en mitad de la planicie australiana existía una roca de tres kilómetros de largo, y que emergía del suelo casi 350 metros como una presencia inmemorial y majestuosa. Cada vez que miraba la foto sentía deseos de viajar allí, pero sin hacerme muchas ilusiones, como el que quiere ir a Marte. Han transcurrido 33 años y la Serpiente Arcoiris ha decidido que es hora de que ese trocito de sueño se haga realidad. Verdad es que no se trata de un sitio precisamente accesible, pero también he de decir que el motivo principal del viaje a Australia ha sido venir a ver esta piedra.

Mount Conner

Aunque no será hoy. Técnicamente podríamos llegar (faltan solo 100 kilómetros), pero nos frenan dos cosas. Primera: Uluru es Uluru, y como no hemos reservado existe la posibilidad de que el único cámping autorizado se encuentre hasta la bandera, por muy temporada baja que sea. Segunda: el combustible. En las reseñas he leído la historia de alguien que se quedó pillado varios días porque en la gasolinera se les había terminado el gasoil, “y no sabían cuándo volvería el camión”. El solo hecho de pensar en esa improbable probabilidad, cuando dentro de ocho días tenemos que coger el vuelo para Sidney, hace que se me pongan los pelos de punta.

Por tanto elegimos una escala intermedia, Curtin Springs, que es lo que aquí llaman una Station, oséase un rancho que cuenta con gasolinera y zona de acampada. Las valoraciones, dispares, destacan las horribles críticas a la comida. Pero como al fin y al cabo nosotros la llevamos puesta...

Paramos en la gasolinera, dos surtidores pelados en mitad del aparcamiento de la entrada. Los atiende un tipo tocado con sombrero australiano aunque lo de atender es un decir, porque se limita a darles conversación a los clientes, una pareja mayor, que son quienes rellenan el depósito. Por algún motivo el proceso de dispensación se alarga, y la mujer viene a pedirnos disculpas. Le respondemos que no problem, que no tenemos prisa porque ya hemos llegado. En cuanto se marchan, el vaquero comienza a sacarles la piel. Mal asunto: la persona que pone verde a los demás nada más conocerte también lo hará contigo en cuanto tenga oportunidad. Por cierto, pagamos el gasoil a 3 dólares/litro, el precio más caro de todo el viaje. Mientras repostamos preguntamos al cowboy si podemos quedarnos. Respuesta afirmativa, aunque el cámping no es más que un triste terragal con, para variar, un generador al lado. Pero lo que se lleva la palma son los sanitarios: montados en unos cochambrosos módulos prefabricados, tienen incrustada tal cantidad de mierda que no la sacarían ni con todo el salfumán del mundo. Si no tuviéramos el nuestro averiado no entraríamos ahí ni por todo el oro del mundo, pero no nos queda otra que hacer de tripas... lo que sea.


Distancia parcial: 413 km.

Distancia total: 4.115 km.


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