domingo, 24 de noviembre de 2024

 DÍA 3

Esta mañana, después de ducharnos y fregar los cacharros, descubro que nuestros amigos de Taren Point, con las prisas, olvidaron cerrar la llave de las grises, y hemos vertido toda el agua debajo de la auto. Así que, antes de que alguien nos recrimine por el estropicio, nos damos a la fuga.

 En conjunto, el vehículo está bastante bien, si hacemos excepción del baño, que es la cosa más rácana y miserable que hemos visto en todos nuestros años de autocaravanismo. Por no tener, no dispone ni de un triste armario o estante donde poner el jabón o la pasta de dientes. Y en cuanto a las dimensiones del lavabo, recuerdan más a una pila de agua bendita modelo económico que a un lugar para lavarse. Luego da la sensación de que, al igual que en Canadá, detestan poner grifos monomando, pues en su lugar instalan dos llaves independientes con pretensiones de hotel de lujo. Como se comprenderá, en estas condiciones resulta sumamente difícil regular la temperatura. En casa no es demasiado importante desperdiciar algo de agua mientras lo consigues, pero en una autocaravana, donde dispones de apenas un centenar de litros... Sin comentarios.

La ducha pretenciosa

El conato de lavabo

Tras la primera noche a bordo, hemos llegado a la conclusión de que los edredones que nos ha proporcionado la casa sirven si dispones de calefacción, pero que para el invierno son demasiado endebles si duermes fuera de cámping. Hemos descubierto que Decathlon cuenta con sucursales en Australia, lo que garantiza material de acampada a precio asequible. En el propio Miranda hay uno, pero al llegar nos encontramos con un problema que va a ser irritante y recurrente cada vez que vayamos a comprar: no hay plazas de aparcamiento adecuadas para nuestro vehículo: casi siempre son demasiado pequeñas o se encuentra bajo tierra. Parece mentira que en un país tan inmenso racaneen con el espacio de esta manera.

Antes de iniciar ruta hacemos nueva escala en el concesionario: nuestro grado de desconfianza ha llegado a tal punto que tenemos la sensación de que nos han dado las bombonas de propano vacías. Al parecer sí las han cambiado, pero aprovechamos la visita para reprocharles lo de la llave y lo de las grises. Sospecho que deben de tener unas ganas locas de perdernos de vista.

Bordeamos Sidney hacia el norte a través de zonas densamente urbanizadas: una cosa es conducir por la izquierda, y otra lo mismo pero por vías de cuatro o cinco carriles, en ocasiones con un camión a cada lado. Enfilamos hacia el oeste por la M4, y en Auburn intentamos de nuevo lo del Decathlon. Aquí sí existe parking de superficie, pero en la entrada luce un cartel de prohibido vehículos de más de 2,5 toneladas. ¿Qué pasa, que los autocaravanistas no compran jamás? Hacemos caso omiso, entramos y por 60 dólares adquirimos tres sacos de dormir. Son un tanto livianos, pero es que por razones de espacio no van a viajar a España. Por cierto que intento de nuevo pagar con la Visa de marras y de nuevo me dice que está bloqueada. Ayer por la tarde conseguí hablar con nuestro banco para que transfiriera dinero a la N26 y de paso desbloqueara la tarjeta. Esta mañana, el dinero ya había llegado a la cuenta, pero la tarjeta se resiste.

Venirse a la otra punta del mundo para que te digan esto

Desde Auburn hasta Katoomba hay 85 kilómetros. Los primeros son de zona urbana, y cuando por fin salimos de la conurbación, el trazado es ascendente y con muchas curvas. Nuestro destino para hoy era el Scenic World, pero ya cargamos con el retraso de ayer: para cuando llegamos es la hora española de comer, y la instalación cierra a las cuatro. Decidimos que lo mejor es buscar un lugar de pernocta y después ya se verá. Cuando planificaba el viaje desde casa había marcado algunos sitios para dormir por libre, pero en invierno, a casi mil metros de altitud y sin calefacción, mejor lo dejamos. Traigo en el móvil una aplicación llamada Campermate, que incluye multitud de recursos útiles para los autocaravanistas. Sin embargo, Google nos dice que aquí al lado existe un camping que no aparece en la aplicación. Nos acercamos y descubrimos el porqué: se trata del StayKCC Campground, un lugar de acampada de orientación cristiana. El lugar parece desierto, y tenemos que volver a llamar para que nos expliquen dónde está la recepción. Allí nos explican que nos podemos quedar, pero que también va a haber un grupo de chavales y que no podemos interactuar con ellos. Pos bueno.

Tras una comida ligera salimos de paseo. Para hacerse una idea de cómo es el sitio, Katoomba y los pueblos linderos -Leura y Wentworth Falls-, se asientan en el borde de un impresionante farallón de 700 metros de altura con vistas a un espesísimo bosque. Pese a la latitud tan meridional en la que nos encontramos, es lo más parecido a contemplar la selva tropical desde un avión.

Cacatúas blancas

Existe un sendero que bordea el precipicio, pero tiene un tramo cerrado y toca ir por carretera. Primero hasta las Katoomba Falls, y después hasta Echo Point, en total 5 kilómetros ida y vuelta. En el aparcamiento del primer sitio hemos encontrado un montón de cacatúas blancas que se dejan acercar lo bastante como para poderlas fotografiar. Disfrutamos del espectáculo hasta que un hijo de turistas corre hacia ellas para espantarlas. Hay que j...

Un instante antes de la espantada

Por el camino hemos visto las idas y venidas del teleférico del Scenic World. Bien es cierto que la experiencia se complementa con un tren cremallera que te lleva hasta el fondo del abismo, pero nos huele tanto a guirada que hemos decidido prescindir de dicha actividad mañana, y nos guardarnos los 150 dólares que cuesta para otra cosa.

Regreso al cámping cristiano y a la auto. Ni rastro de los niños con los que no debemos interactuar. Noche tranquila (y fría).

Distancia parcial: 121 km.

Distancia total: 126 km.


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