martes, 7 de marzo de 2023

Día 12

19 de julio

Ya que no tenemos tiempo de alargarnos hasta los Fiordos del Oeste, iremos al menos hasta la península de Snæfellsnes. La ruta oficial baja muchísimo por la N 1 para luego volver a subir. La alternativa más directa son 70 kilómetros de pistas de tierra. Como reza el dicho, no hay atajo sin trabajo.

Por la península de Snæfellsnes

El primer tramo es entre Borðeyri y Búðardalur. Paisaje solitario y granjas aisladas. A partir de aquí tomas la carretera 54, conocida también como Snæfellsnesvegur, que empieza con asfalto hasta que se les terminó el presupuesto. A partir de aquí hay que tomárselo con paciencia: hay tramos regulares y otros muy malos. Lo peor sin duda es en los puentes, que están la mayoría en obras, supongo que con idea de adecentar en su día toda la carretera. Porque parece que estamos en medio de la nada, pero los frecuentes carteles que indican Reikiavik nos avisan de que nuestro periplo está tocando a su fin.

Pistas de tierra

Como dije antes, no son muchos los vehículos que se aventuran por estos andurriales, por eso nos sorprende una autocaravana que aparece en lontananza y poco a poco va ganando terreno. Aprovecha un corto tramo asfaltado para adelantarnos y seguir quemando rueda. Compruebo que pertenece a la misma empresa de alquiler que la nuestra. Pienso en el desgraciado al que le toque en suerte alquilarla después. Porque si a nosotros, que vamos con todo el cuidado, se nos mueve todo, ¿qué no será a ellos? Irónicamente, nos los encontramos de nuevo, ahora estacionados. Deben de estar comiendo. Les doy unos pitidos burlones y continúo.

La pista infernal termina justo en el cruce de Stykkisholmur, que es de donde sale el ferry en el que habríamos regresado si hubiéramos ido a los Fiordos del Oeste. De repente se da uno cuenta de lo mucho que ama la civilización y el asfalto, sobre todo lo muy silencioso que es este último comparado con los caminos de grava.

Paramos a comer en Kolgrafarfjörður, que es un sitio que no viene señalado en ninguna guía turística, y que en cambio a mí me pareció chulísimo: tal vez por el solecito que hacía (aquí aprendes a apreciarlo), tal vez por la soledad, y porque a la entrada del puente han dejado un amplico espacio libre como aparcamiento (aunque pueda sorprender en Islandia, al igual que en Noruega, los lugares para estacionar son limitadísimos). De manera que después de comer, sin molestar a nadie, saco el dron y grabo hasta quedarme a gusto.

La fallida Grundarfoss

Los romanos distinguían entre días fastos y nefastos. No sé si esta categorización se puede aplicar también a las medias jornadas, porque nuestra mañana ha sido buena en comparación con lo que viene ahora. La siguiente parada es la Grundarfoss. Cierto es que llevamos vistas ya muchas cataratas, pero esta se encuentra a poco más de un kilómetro de la carretera, y nos apetece dar un paseo. Al principio el camino está claro, pero de repente nos encontramos con unas vallas que lo obstaculizan. Por lo visto es una zona de captación de agua potable, y por eso de halla protegida. La rodeamos pero nos encontramos más alambradas, estas de particulares, ante lo cual si quieres acercarte a la cascada la única posibilidad es cruzar el torrente a pata (al parecer, a nadie se le ha ocurrido la brillante idea de poner pasarela). Regresamos amoscados a la auto y cruzamos el pueblo de Grundarfjörður. Enseguida encontramos la siguiente cascada, que es Kirkjufellsfoss. Nuestra sorpresa es que esta catarata... es de pago. Vamos, que nadie te cobra entrada, pero unas cámaras toman buena nota de la matrícula para que luego pases por taquilla. Lo más gracioso es la parte del cartel donde explican que el dinero que recaudan lo utilizan “para mejorar el entorno”. ¿Mejorar una cascada? ¿Me explica alguien cómo se hace eso? Para colmo, el chino que va delante de mí lleva un rato peleándose con la maquinita de pago porque está empeñado en que le dé un ticket. 

Kirkjufell
Cascada de pago

En comparación con el desenfreno recaudatorio que sufrimos en Noruega, estos islandeses son la mar de tolerantes. Sin embargo, mosquea (y mucho) que en la cascada donde no cobran pongan todos los impedimentos posibles para que no accedas, mientras que aquí... mil y una facilidades.

Por fin, el Snæfellsjökull
Hellissandur

Continuamos nuestro viaje hasta Hellissandur, muy cerca ya de la punta de la península. El camping está hasta arriba y nos cuesta encontrar sitio (y el único apropiado está cerca de unos jóvenes que acumulan botellas vacías bajo la mesa). Tras la cena nos vamos al pueblo en busca de los curiosos murales que lucen algunas fachadas. Procuramos no hacer ruido, porque aunque haya luz de día a buen seguro que hay gente durmiendo. Saco fotos de la puesta de sol a la una y media de la madrugada. Eso es belleza.

Hellisandur
Hellisandur a medianoche

Mural en Hellissandur


Kilómetros recorridos

Parcial: 221 km.

Total: 1.891 km.

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