20 de agosto
Temperatura al
amanecer: 12º C
Hoy es nuestro
último día de viaje. Mañana no cuenta, ya que tenemos que entregar la auto a
las tres en Auckland, y antes de eso toca vaciarla, limpiarla y meter todo el
equipaje en los bolsos, tarea esta última que ya de entrada se me antoja
imposible.
Amanece nubladete y con amenaza de lluvia, pero no nos quejamos porque el buen tiempo nos ha acompañado durante casi todo el viaje, especialmente en la Isla Norte. En el aparcamiento hay un buen puñado de vehículos-vivienda, entre ellos algunos autobuses. El que se encuentra estacionado detrás de nosotros viene importado de China. ¿Que cómo lo sabemos? Pues porque encima del parabrisas, donde suele aparecer el nombre de la ruta, aún figuran los caracteres en mandarín.
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El autobús-vivienda chino |
Un día es un día, y
hay que aprovecharlo. Por suerte en Kerikeri está todo bastante cerca. Como nos
da miedo de que no haya sitio donde dejar la auto en las inmediaciones de la Stone House, elegimos un aparcamiento disuasorio al
otro lado del río Kerikeri. Antes de
bajarnos descubrimos que el lugar está lleno de ¡gallos! Veinte o treinta
corretean de aquí para allá, pendientes de que alguien aparezca con una bolsa
de comida. Les echamos algo, pero enseguida abandonamos porque se muestran realmente
voraces.
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Los gallos asesinos de Kerikeri |
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Gallos en trance de atacar a una turista |
La Casa de Piedra es el edificio de
ídem más antiguo de Nueva Zelanda, y data de 1836. Actualmente alberga una
tienda donde venden productos antiguos. A su lado está la Mision House, aún más
antigua (1822). Tres años antes el poderoso jefe Hongi Hika permitió al
reverendo Samuel Marsden instalarse aquí. Visto lo visto, el infeliz no tenía
ni idea de lo que se le venía encima.
Tras comprar algunas
chucherías, nos damos un paseo hasta el Kororipo
Pa, el poblado fortificado del ingenuo y antedicho jefe. Bueno, más bien lo que queda,
pues aparte de las explanadas y los fosos no hay nada, salvo unas estupendas
vistas del río en su camino hacia The Bay
of Islands.
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Río Kerikeri |
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The Stone House |
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The Stone House, por dentro |
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El río, la Casa de Piedra y la Misión desde el pa |
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La Misión |
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Rewa´s Village |
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El falso granero |
Visitado el pa, cruzamos de nuevo el río para
visitar el Rewa´s Village, que es una
recreación de un poblado maorí. Dice la guía Lonely que la entrada cuesta 5
dólares los adultos y uno los niños. Parece que por aquí la inflación ataca
duro porque nos cobran 10 dólares a los mayores, y 5 a Inari. Sinceramente, tampoco
es que tenga gran cosa que ver, como no sea la cabaña del jefe, una canoa y un
falso granero para engañar a los bichos que pretendían zamparse la cosecha.
Es la hora de comer,
así que regresamos a nuestro hogar móvil. Durante la comida tenemos tiempo para
observar las evoluciones de la manada de gallos, que no quitan ojo a cualquier
potencial cliente que venga a traerles comida.
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Rainbow Falls |
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Rainbow Falls |
Desde aquí parte una
ruta estupenda a pie que, remontando el río, llega hasta las Rainbow Falls, pero no podemos seguirla
por hallarse cerrada. No queda otra que coger la auto y desplazarse hasta allí.
Cuando llegamos al aparcamiento comienza a llover. Sin embargo, la visita vale
la pena, porque son unas cataratas con bastante embrujo. En el mirador hay un
chico con cámara de fotos, y cuando al rato pasamos otra vez no se ha movido. A
modo de explicación me dice que está esperando el arcoiris, pero que no sale.
Alma de cántaro, ¿qué arcoiris vas a ver con la que está cayendo?
Nos queda la tarde
por gastar, y decidimos seguir viendo cascadas (con la actividad sísmica que
tiene Nueva Zelanda, aquí las fallas y los saltos de agua se cuentan por
centenares). Salimos de Kerikeri y nos dirigimos a Haruru, donde se halla la
catarata homónima. Aquí también seremos recibidos por la correspondiente
delegación de gallos, si bien menos numerosa que la de Kerikeri. Por lo visto
hay quienes han descubierto lo bien que engorda la cabaña avícola a costa de
los turistas.
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Haruru Falls |
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Haruru Falls (con arcoiris) |
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Haruru Falls |
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Haruru Falls |
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Comisión gallística en Haruru Falls |
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Haruru Falls |
Esta cascada no es
tan espectacular como la del Arcoiris, pero tiene la particularidad de que vierte
directamente en el mar. Ahora no, que está la marea baja, pero sí con la
pleamar. Las aguas son las del río Waitangi, que da nombre al más famoso
tratado de la historia de Nueva Zelanda, firmado en 1840 entre la Corona y más de quinientos
jefes maoríes. Dicho acuerdo establecía la soberanía británica a cambio de una
serie de libertades y beneficios que después fueron sistemáticamente
conculcados por los colonizadores. Se puso por tanto en práctica aquello que dice Krahe de Hombre blanco hablar con lengua de serpiente.
Entre claros y chubascos proseguimos hacia el Sur con parada en Kawakawa.
Este pueblo es famoso por sus lavabos públicos, diseñados por Hundertwasser. No
hacemos por encontrarlos, porque el aseo que buscamos es el destinado
específicamente a las autocaravanas, pero tampoco nos hubiera importado verlos:
aún recuerdo cómo nos impactó descubrir en Austria la figura de este original
arquitecto del que no sabíamos nada, y cuya obra recuerda tanto a la de Gaudí. Fue
tal la virulencia del hallazgo que nos olvidamos por completo de lo que que uno
va a ver por aquellos pagos: la
Viena de los Habsburgo y de la simpar y desgraciada Sissí. Al
parecer, Hundertwasser vivió cerca de este pueblo, en una cabaña sin
electricidad, durante veintisiete años, hasta su muerte. Digo yo que sería en
sus ratos libres, porque era un hombre que no paraba de viajar por todo el
mundo.
A poco de salir de Kawakawa vemos a
la izquierda un cartel que dice: Kawiti
Glow Worm Caves. Ya sé que es tarde, y que hemos visto muchas luciérnagas y
todo eso, pero son tan pocas las ganas de dar por terminado el viaje que
cualquier excusa es buena. Entro por el desvío, un camino de tierra, y
efectivamente constatamos que las cuevas ya están cerradas. No importa: bajando
hacia el Sur, a 50
kilómetros, tenemos las Whangarei Falls, y esas seguro que no cierran.
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Whangarei Falls |
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Whangarei Falls |
Chispea y anochece cuando llegamos a las cascadas, que con su caída de 26 metros por encima de la
lava basáltica conforman un escenario absolutamente cinematográfico. El puente
que cruza por encima conduce hasta un sendero que desciende hasta el fondo del
cauce. Está ya casi oscuro y no se ve un pijo, pero así y todo bajamos. Había
una pareja por aquí, pero nos hemos quedado solos, como tantas veces en este
país de la larga nube blanca. Sé que esta noche tengo que conducir todavía más
de cien kilómetros, y que mañana por la tarde habremos de devolver la que ha
sido nuestra casa durante un mes. Que nos espera un largo larguísimo viaje hasta
la otra punta del planeta.
Pero nada de eso importa ahora. La lluvia nos moja y se mezcla con el
agua pulverizada de la catatara. Mientras escucho su fragor, se me figura que
me hallo en casa, redactando estas notas, y que a la vez estoy aquí. Que no me he
marchado porque sigo sintiendo la humedad del aire como una caricia. Y que
mañana podré ir al Milford Sound y al Monte Egmont. O a los Arcos de Oparara, o a encontrarme con las focas y los pingüinos de la Península de Otago. Y
mientras en mi estudio termino este libro, deseo no haberme marchado nunca.
Como Juan Fernández, como los portugueses o españoles que tiñeron de rojo el
pelo de los maoríes.
Quiero regresar, a ser posible en esta vida.
Haere ra.
Kilómetros etapa:
219
Kilómetros viaje: 5.812
DISTANCIAS
RECORRIDAS
En avión: 39.730 km.
En autocaravana: 5.921 km.
En barco:100 km.
EPÍLOGO NOSTÁLGICO
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Entrando en Auckland |
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Auckland |
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Auckland |
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Foto de despedida del cuentakilómetros
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Auckland se pierde en la noche |
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Largo camino hasta Dubai |
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Aeropuerto de Dubai |
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En España aún es de noche |
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Ya queda menos |
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La Palmera |
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Cultivos en Arabia Saudita |
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Desierto del Sinaí |
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Mar Rojo |
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Delta del Nilo |
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Alejandría, Egipto |
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Costa de Túnez |
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Playas argelinas |
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Formentera |